martes, 10 de abril de 2012

Introducción: El comienzo del final...

Era una noche de abril, fria. Hacía un año de todo lo que paso. Un año ¿Cómo ha pasado tanto tiempo? Nadie lo sabe, pero ese tiempo pasó rápido, es como si ese día fuera ayer.  La única diferencia es que esa noche ella estaba con los ojos rojos por las lágrimas que había derramado. Y todo por su culpa. Por culpa de ese chico que cambió su vida, desgraciadamente para mal. Ya no era la misma de siempre, desde aquella fatídica relación.


-Joder, Noe perdóname, lo siento ¿vale?, la he cagado lo sé, pero por favor perdóname.
-Y tanto que la has cagado. ¿No te das cuenta del daño que me has hecho? Estoy harta de ti.¡Déjame y vete!
-Lo siento, y necesito que me perdones, por que no sabes lo que ocurrió. Ese no era yo.
-Me da igual no sirve de nada que lo lamentes ahora. El daño está hecho y no te pienso perdonar hasta que las ranas críen pelo.
-Lo sé, se que te hice daño y lo siento, pero no se puede volver al pasado y sé que estuvo mal, pero no fue mi intención hacerte daño.
-¡Pues a parte de eso, no haberte liado con esa puta, asqueroso de mierda!¡Deberías haberlo pensado antes, para mí ya no hay vuelta atrás!
-Joder, lo sé soy un gilipollas, un imbécil y todo lo demás. Pero perdóname, ¿Por qué has dejado de quererme?.
-¿¡Aún te atreves a preguntarme por que dejé de quererte?! ¡Para mí ya no eres nadie, así que aléjate de mi vida!


Noelia se alejó de el chico, caminando a paso ligero ya que no quería que la viese llorar, se acercó a una iglesia cerca de donde estaban y subió al campanario donde habían surgido numerosos recuerdos, ahora dolorosos para ella. Quería estar sola, alejada de todos los que le rodeaban, con el simple consuelo de la soledad. La rabia se apoderaba de ella, y sintió deseos de tirarse del campanario, pero alguien la detuvo; él.


-Por favor Noe, perdóname lo siento, lo siento mucho y lo sabes, por favor te pido que me perdones.
-Basta, Miguel déjame ¡Es que todos sois iguales joder, todos!


Noe se levantó de la torre del campanario y bajó difícilmente las escaleras, pues estaban desniveladas y un poco deformes. Miguel se quedó unos minutos arriba, pensando, miro de izquierda a derecha desconcertado. Unos segundos más tarde se dirigió hacia donde estaba Noe. Ella estaba sentada en una ventana, a pocos metros del suelo, de un edificio de piedra cercano a la iglesia. A pocos centímetros de su cabeza se veía un viejo letrero dorado que ponía la palabra Ayuntamiento. Noelia vio a Miguel acercándose a ella. Tenía dos opciones: Echar a correr en dirección contraria hacia él,o dejarle disculparse y posiblemente....perdonarle.


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